‘Black Crow. El tesoro maldito’, Delitte, de nuevo grande

Tras habernos dejados completamente sorprendidos con ‘Belem’, primera de las obras de Jean-Yves Delitte que se publicaron en nuestro país; y aparentemente obstinados en ofrecernos todo aquello que conforma el catálogo del artista francés —algo que, no cabe duda, agradecemos sobremanera—, Yermo ha invertido puntuales esfuerzos en los dos últimos años en acercarnos primero a ‘Neptuno’, esa aventura de clara inspiración en Julio Verne que tan irregulares sensaciones finales nos dejaba, después a ‘La sangre de los cobardes’, que también pinchaba a la hora de cerrar y, allá por octubre del año pasado, a ‘Black Crow. El tesoro maldito’, otro relato con la alta mar y los barcos como protagonistas fundamentales que, quizás no esté a la enorme altura a la que rayaba ‘Belem’, pero se queda a muy poca distancia.

En el volumen —publicado como siempre de forma primorosa—, Delitte nos traslada a la guerra de Independencia estadounidense y, con tan fascinante marco histórico de fondo, se saca de la manga a un personaje que no es menos asombroso, el Black Crow que da nombre al título, un nativo americano que, siendo leal al gobierno británico y a las ambiciones del Rey Jorge, verá como su familia es masacrada por la inacción de aquellos a los que apoya. El ansia de venganza que gobernará sus designios será la que lo meta de cabeza en una trama que lo llevará de las costas norteamericanas a las del África occidental, un lugar en el que hará un descubrimiento tan insólito como espectacular.

A grandes rasgos, y sin querer entrar a analizar de forma más pormenorizada lo mucho que llega a ofrecer ‘Black Crow’ a los amantes del cómic de aventuras e historicista —el equilibrio que Delitte consigue entre ambas facetas es soberbio—, en lo que nunca nos detendremos lo suficiente a la hora de analizar un título del autor es en su fastuoso arte. Mejorando considerablemente en la concreción de las figuras humanas con respecto a sus anteriores títulos —algo que ya se dejaba notar en ‘La sangre de los cobardes’— es en la ambientación, la labor documentalista y en esos barcos que jamás cesarán de dejarnos boquiabiertos donde el artista sigue fascinándonos sin remisión, llegando en ciertas planchas de este espléndido álbum a alcanzar unas cotas de perfección gráfica y narrativa —atención aparte merece, no cabe duda, el soberbio uso del color— que, si sus tres títulos previos no lo habían hecho ya, termina de colocar a Delitte como uno de esos nombres que, al menos en lo que a este redactor respecta, se sitúa por méritos propios, ya no entre los que hay que seguir muy de cerca, sino directamente entre mis favoritos del universo francobelga. Ahí es nada.