COMIC SCENE: Las Lecturas de Fancueva
V. Kingdom Come

‘Las crónicas de Excalibur. Primera crónica’, un cómic digno de un rey

Las cronicas de Excalibur

Desde que siendo bastante pequeño descubriera (parcialmente) las leyendas Artúricas gracias, primero, a la descafeinada versión de las mismas que Disney ponía en pie a mediados de los sesenta con ‘Merlín el encantador’ y, después, a la cinta dirigida por Richard Thorpe y protagonizada por Mel Ferrer, Robert Taylor y Ava Gardner, servidor quedó encandilado con aquél mundo de caballeros, magos y, sobre todo, esa espada que daba a aquél que lograba arrancarla de la piedra, el poder de ser rey de toda Inglaterra. Pero ninguno de éstos dos preludios podía prepararme para la revelación que llegaría, ya de adolescente, de la mano de John Boorman y su ‘Excalibur’, una cinta apasionante y compleja que adaptaba ‘La muerte de Arturo’ de Mallory y que, desde el momento de su visionado, se convirtió automáticamente en una de mis películas favoritas de todos los tiempos.

La épica de su narrativa y el ambicioso alcance de lo que Boorman ponía en imágenes combinada con las notas de Wagner —la cinta también sirvió para exponerme por primera vez a la tetralogía del Anillo de los Nibelungos— hacían de ‘Excalibur’ futuro rasero por el que servidor terminaría midiendo tanto el cine de aventuras histórico en general como las diversas aproximaciones cinematográficas que desde entonces se han hecho a los mitos relacionados con Arturo, Merlín, Ginebra, Lanzarote y Excalibur en particular. Un rasero éste que, tras la lectura del primer volumen de ‘Las crónicas de Excalibur’ ha encontrado preciso y asombroso reflejo en unas viñetas que no podrían incidir con mayor maestría esa era oscura que fue la alta Edad Media británica.

Las cronicas de Excalibur interior

El trabajo de Jean-Luc Istin —muy superior a lo escuetamente interesante que nos pareció el ‘World War Wolves’— arranca, como lo hiciera ‘Excalibur’, no con Arturo, sino con las andanzas de Uther Pendragón, el padre del futuro rey de Inglaterra y un belicoso guerrero que gracias al poder de la espada casi logrará unificar al hatajo desordenado de feudos y tribus que era Albión. De hecho, los que tengan la intención de acercarse a estas magníficas páginas que lo hagan advertidos de que, al menos en esta ‘Primera crónica’ lo que se cubre desde el punto de vista argumental queda todavía muy lejos de mostrar a Arturo y sus caballeros de Camelot.

Incluyendo en la narración al Obispo Patricio —el que, según quiero interpretar, será el futuro patrón de Irlanda—, el relato urdido por Istin es todo lo que un amante del tebeo de aventuras podría esperar, con traiciones, intrigas, pasiones infatuadas y combates sanguinolentos plagando la totalidad de las páginas que tan bellamente ilustra Alain Brion. Desconocido hasta la fecha —al menos para el que esto suscribe— el arte del dibujante se descubre como el mejor aliado del guión para llegar con fuerza al lector, ya por lo efectivo de sus caracterizaciones, ya —sobre todo— por lo fantástico de la ambientación global de la historia o el superlativo tratamiento cromático que aplica a sus planchas.

Como suelo decir en no pocas ocasiones, la espera hasta el siguiente volumen —considerando que en Francia no ha aparecido aún el cuarto álbum— va a ser muy larga…

Las crónicas de Excalibur. Primera Crónica

  • Autores: Jean-Luc Istin y Alain Brion
  • Editorial: Yermo ediciones
  • Encuadernación: Cartoné
  • Páginas: 128 páginas
  • Precio: 28,50 euros en

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1 comentario en «‘Las crónicas de Excalibur. Primera crónica’, un cómic digno de un rey»

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