‘El diablo de los 7 mares’, aventuras con sabor a grog

Desde finales del pasado 2013, los coleccionistas y lectores españoles de cómic contábamos con un nuevo sello llamado a abultar aún más la lista de títulos que, mes a mes, copan las estanterías de las tiendas especializadas. Definida por sus lanzamientos iniciales como una apuesta claramente orientada al inmenso y parcialmente explorado panorama del cómic francobelga, así como —aunque esta vertiente sea una que todavía tienen que seguir explotando— a esos títulos del estadounidense que no llegan a cruzar el charco de mano de otras casas, os traemos hoy uno de los álbumes que conformaron las tres novedades con las que Yermo Ediciones arrancaba actividad allá por el mes de octubre.

Junto al primer volumen de ‘Elric’ y el correspondiente de las nuevas aventuras de ‘Ghost’ (ese personaje que imaginara Adam Hughes para Dark Horse allá por los noventa), Yermo iniciaba andadura de la mano de uno de los grandes del tebeo francófono, Hermann: conocido creador de ‘Jeremiah’ o de esa apasionante saga medieval que componen los 14 volúmenes publicados hasta la fecha de ‘Las torres de Bois-Maury’, ‘El diablo de los 7 mares’ es la última obra publicada de este artista belga maestro del color y la caracterización de personajes que, junto a su hijo Yves H. nos trae una aventura de piratas en la mejor tradición de Robert Louis Stevenson con uno de esos personajes centrales tan carismáticos que tanto abundan en el género de los bucaneros.

Y si bien la componente visual del álbum —que recoge los dos publicados en Francia— es tan fascinante como siempre, y el dibujante sigue demostrando un dominio de la composición espectacular y un uso del color que supera con creces dicho calificativo, es en términos de historia donde este relato de traiciones, amores imposibles y tesoros inencontrables se encuentra con la horma de su zapato, no consiguiendo padre e hijo hilvanar una trama que discurra lejos del irregular ritmo sobre el que se desarrolla la historia. Una historia que da demasiadas vueltas y se pierde en excesivas tempestades para llegar a una conclusión que, aunque satisfactoria, queda lejos de alcanzar su máximo potencial.