Sin haber tenido acceso previo a los dos volúmenes publicados por Fulgencio Pimentel, descubrí las aventuras de Paul con el primer tomo editado por Astiberri ‘Paul se muda‘ y aunque me pareció una lectura agradable, no vi nada en él que apuntalara la grandeza que otros veían en Michel Rabagliati. Su siguiente «aventura», ‘Paul se va de pesca‘, resultó un salto cualitativo tanto en calidad narrativa como en profundidad temática. Pero a la luz de la maestría y la grandeza que muestra en ‘Paul en Quebec‘, cualquier esfuerzo anterior de Rabagliati ha quedado singularmente empequeñecido.
«Auto-ficción», así es como Rabagliati suele referirse a sus tebeos. Un término que, explicado, hace referencia al fuerte matiz autobiográfico con el que desarrolla sus historias en el que, no obstante, siempre hay espacio para poder introducir elementos no extraídos directamente de la realidad. En sus propias palabras
Todas las historias que cuento las he vivido yo. No soy capaz de hacer ficción. Necesito estar conectado con una historia real, sea divertida o triste.