Continúo en mi afán por conocer en mayor profundidad la obra de Jiro Taniguchi, un mangaka que lleva mucho tiempo en el negocio pero que no fue hasta que se liberó e independizó artísticamente cuando empezamos a saber de él en nuestro país.
En una de mis reencontradas visitas a la biblioteca municipal encontré un ejemplar de ‘El Caminante’ en la escueta sección de cómics. Evidentemente no me pude resistir a llevármelo a casa y darle una tranquila lectura. Y lo cierto es que para leer ‘El Caminante’ debería ser obligado estar en un ambiente sosegado y silencioso, lo cual ayuda enormemente a meternos en el ambiente de la obra.
‘El Caminante’ en realidad no cuenta nada. No hay un argumento complicado y excesivamente elaborado que seguir, que nos emocione o que nos haga saltar de nuestro asiento. ‘El Caminante’ es simplemente un compendio de paseos de un personaje anónimo por un pueblo anónimo de Japón, nada más. De hecho los diálogos son realmente escasos y sólo a través de las expresiones del protagonista tendremos indicios de sus sentimientos.