Es un clásico y, como tal, da gusto aprovechar el verano para revisitarlo y reafirmarse en lo que ya se sabe: que La invasión de los ladrones de cuerpos es una extraordinaria película, quizás una de las que mejor supo captar el ambiente paranoide de los EEUU de los 50.
Basada en la novela escrita por Jack Finney y dirigida por Don Siegel, La invasión de los ladrones de cuerpos demuestra que, gracias a Dios, los cineastas de género han sabido siempre esquivar la falta de presupuesto gracias a su talento. Es más, cabe preguntarse si no será el exceso de dinero lo que está ahogando la brillantez, el genio.
El argumento es casi un arquetipo: en una pequeña ciudad americana, un conocido médico local comienza a sospechar que las personas que siempre había conocido, que trataba como sus vecinos, ya no son quienes dicen ser. Es curioso, porque hoy en día el título de la película se consideraría un espoiler, pero la maestría de Don Siegel creando atmósferas es lo que consigue que la película nunca pierda la tensión.
(Atención: esta entrada contiene spoilers)