Sí, ya sé que no es un título de post al uso, pero es que, todo el rato, mientras leía Capitán América: El elegido me acordaba de la frase del Heath Joker en El Caballero Oscuro. No hacía falta que David Morrel, guionista de esta miniserie, se la hubiese tomado tan a la tremenda. Tampoco estoy insinuando que hubiese hecho el trabajo sin pensar, pero… ¿sabéis esas películas que de puro pretenciosas acaban por hundirse en la mediocridad? Pues eso es lo que le pasa a El Elegido.
En teoría, la intención de Morrell era mostrar las verdaderas motivaciones del Capitán América para ser un héroe y ver cómo esa actitud positiva respecto al mundo que porta Steve Rogers puede valer para cualquier situación. Para ello, a lo largo de todo el cómic se contraponen dos situaciones críticas: en una de ellas, el Capi se muere, sin que nadie pueda hacer nada para salvarlo. En la otra… bueno, en la otra comienza el desfile de tópicos de artista serio.
Si me pongo a enumerarlos puede quedar hasta divertido: la guerra de Afganistán, Bin Laden, soldados «yuesei» ejerciendo de salvadores del mundo, población civil engañada, un ejercito bueno y el otro malo. Vamos, como meterte en vena todo un libro de estilo de la derecha estadounidense sin que nadie te haya avisado. O como cuando en Independece Day aparecía la bandera de EEUU y por aquí nos echábamos a reír por lo ridículo de la escena.