COMIC SCENE: Las Lecturas de Fancueva
V. Kingdom Come

‘Los muertos vivientes’ somos nosotros

Los Muertos VivientesCreo que estaré permanentemente en deuda con mi compañero P. Roberto J. por darme el empujón definitivo con sus recomendaciones y aventurarme a comprar (algo complicado en tiempos de crisis) los dos primeros números de ‘Los Muertos Vivientes’. Ahora me insulto a mi mismo por no haberme atrevido antes a empezar esta desgarrante colección.

Y es que creo que caí en la trampa de las primeras apariencias, trampa preparada para cualquier ser humano y en la que solemos caer con facilidad. No soy muy fan del género zombie, sí, lo siento, parece ser requisito indispensable para todo friki es que guste de esta clase de historias sea en el formato que sea. Pero personalmente, los despellejados comecerebros nunca han sido de mi agrado salvo en la saga Resident Evil.

Pero calificar a ‘Los muertos vivientes’ como una historia de zombies es un grave error, de ahí la trampa mencionada antes, y es que los zombis aquí simplemente son un detonante para que prenda la auténtica trama latente y universal para todo buen relato que se jacte de serlo, el ser humano y su relación con el resto de sus semejantes.

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Así es el proceso de creación de una página de Los muertos vivientes

Antes y después

Los muertos vivientes es una de las obras más interesantes que nos ofrece el mercado yanqui en la actualidad. No voy a empezar a enumerar ahora todas sus virtudes, pero sí quiero dejar claro que como fan incondicional de la serie, me interesa mucho todo lo relacionado con ella, incluido el proceso de creación. Por eso me llamó mucho la atención el artículo que encontré en la web de Comic Monsters, en donde el dibujante Charlie Adlard explica el proceso de creación de una página.

Como ejemplo, Adlard escogió una página del número 56 (en EE.UU. acaba de salir el 53, y yo cada vez me muerdo más las uñas por el siguiente). Desde el principio, quiere dejar claro que su trabajo para Los muertos vivientes es una excepción dentro de sus trabajos, en el sentido de que tiene que simplificar al máximo el proceso creativo para conseguir terminar cada mes las 22 páginas y la cubierta de rigor (así que habrá que echarle a Kirkman la culpa de los retrasos que hay a veces en la publicación).

Lo primero de todo, lógicamente, es leer el guión y después hacer un esbozo a lápiz de la página. Adlar decidió abandonar el formato habitual del A3 para dibujar sobre un papel del mismo tamaño que tiene el comic-book definitivo. De esta manera, además de ganar tiempo, Adlard asegura quedar más satisfecho con el resultado final, ya que así todos los detalles y las líneas que añade durante el proceso de entintado no se pierden durante los procesos de reducción e impresión.

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