Tras el asesinato de Julio César, el 15 de marzo del año 44 a. C., su hijo adoptivo Cayo Octavio decide regresar a Roma. En seguida manifiesta una gran ambición y un deseo de control político, y el 31 a. C. ya gobierna solo. Tres años después, el Senado le concede el título de Princeps senatus, el primer miembro del Senado en hablar sobre un tema, antes que el resto de la asamblea. El 27 a. C. recibe el título de Augustus, aquél cuyas palabras tienen el poder de la predicción.
Para quienes disfrutamos con estas cosas, Octavio, Octaviano, Augusto (la historia del primer emperador del Imperio romano es la historia de sus nombres), es uno de los personajes más interesantes de la Antigüedad clásica. Hablando en términos actuales, fue todo un figura, así que os preguntaréis… ¿qué juego es Augustus? ¿Un intrincado eurogame sobre la política romana? ¿un wargame sobre la batalla de Accio y la derrota de Marco Antonio y Cleopatra? Pues no, es un bingo.
Habéis leido bien, un bingo. Un bingo hipervitaminado, pero un bingo a fin de cuentas. En Augustus somos legati Augusti, representantes de Augusto compitiendo por el control de las provincias del Imperio y el apoyo de los senadores más influyentes para cumplir nuestra ambición de hacernos con el título de cónsul.
Los senadores y las provincias son los cartones, objetivos con símbolos como espadas, escudos o cuadrigas en lugar de números, que vamos marcando con meeples que representan nuestras legiones. Las bolas son fichas de movilización, 23 de ellas incluyendo dos comodines, que se introducen en una bolsa de tela que hace las veces de bombo. En cada turno se saca una ficha de movilización de la bolsa y los jugadores colocan una legión en el mismo símbolo de uno de sus tres cartas de objetivo. Cuando se completa una carta el jugador grita ¡Ave César! ¹.
Un bingo, ¿no os lo he dicho? Pero uno bastante más divertido que el que jugábamos con la abuela.
En primer lugar, las cartas de objetivo son de diferentes tipos y nos otorgan distintos beneficios cuando las completamos. Las hay ofensivas, que destruyen objetivos de otro jugador o retiran alguna o todas las legiones de una carta en proceso. Otras ponen en nuestras manos más legiones (empezamos con siete) para que podamos cubrir más símbolos antes de vernos forzados a mover legiones de una carta a otra. Y también las hay para crear nuestra propia suerte con equivalencias entre dos símbolos que nos permiten mover una legión a cualquiera de los dos cuando sale uno de ellos de la bolsa. No son los únicos, pero seguro que ya os hacéis una idea.
Paolo Mori le ha dado una vuelta de tuerca al Bingo para controlar la suerte y hacerlo más divertido
Empezamos el juego con tres objetivos (elegidos de entre seis) y cuando completamos uno, elegimos otro de una fila de cinco disponibles formada al azar a partir del mazo. Los objetivos también dan puntos de victoria, algunos de forma directa y otros, los más suculentos, por completar objetivos de algún tipo (tantos puntos por senador, o cuantos por provincia de tal color). Y además están los premios, 12 concretamente, que se reclaman de tres formas distintas:
- Mayoría de trigo y oro. ¿Habéis luchado alguna vez en Colonos de Catán por el camino más largo o la mayoría de caballeros? Pues esto es igual. El primer jugador en completar una provincia productoras de oro y/o trigo consigue un premio de 5 puntos. Si alguien le supera en algún momento, se lo arrebata.
- Tipo. El primer jugador en completar tres objetivos de senador, tres provincias verdes, una provincia de cada color y un senador, tres provincias violetas o tres provincias naranjas se lleva un premio de 2, 4, 6, 8 y 10 puntos respectivamente.
- Número. Cuando completamos nuestro segundo, tercer, cuarto, quinto y sexto objetivo tenemos la opción de reclamar un premio de 2, 4, 6, 8 y 10 puntos respectivamente. Pero ojo, solo uno de ellos. Si cogemos el de 2 puntos ya no podremos optar a por ninguno más, y si pasamos de coger el de 8 con la idea de ir a por el de 10 y alguien se nos adelanta completando su sexto objetivo nos quedamos sin premio alguno. Es una especie de minijuego de avaricia y forzar tu suerte.
Estos premios, unidos a los objetivos con puntos variables, le conceden a Augustus un mayor peso (aunque sin pasarse) convirtiendo la elección de las cartas de objetivo en los momentos de mayor importancia y táctica del juego. En esto influyen también otras dos variables: no todos los objetivos necesitan del mismo número de símbolos para ser completados (van de 2 a 6), y no todos los símbolos están presentes en el mismo número dentro de la bolsa (algunos son más improbables que otros). Dos ingredientes que nos obligarán a sopesar la dificultad de cada carta frente al beneficio que nos proporcionará.
La partida termina en la ronda en la que alguien completa su séptimo objetivo, normalmente entre maldiciones, improperios y alguna que otra carcajada.
Maximus
Aunque no viene incluida en el juego, esta carta promocional del mismísimo emperador Augustus puede reemplazarse fácilmente por cualquier cosa que queráis, desde el mando del televisor (¿?) a una corona de laurel 100% artesanal (mucho mejor). Lo importante es que añade una pequeña regla opcional que puede ser interesante especialmente cuando jugamos con peques.
El jugador más joven recibe la carta/corona/pañuelo rojo… ¡lo que sea! de Máximo Augusto. Durante la partida, cuando se saque una ficha de movilización de la bolsa que no le permita colocar una legión en ninguna carta de objetivo, este podrá colocar o mover una legión a cualquier símbolo de su elección. Entonces, pasará la carta a otro jugador que será el nuevo Augusto hasta que haga uso de ella repitiendo el ciclo.
Dentro de la caja
¹ Potenciando el espíritu ludicofestivo de un buen bingo familiar os sugiero que probéis con gritos alternativos al oficial de «Ave Cesar» como «Ensalada Cesar» o «Ave [nombre del jugador que ha sacado la ficha de la bolsa]» 😉
Augustus (2013)
- Autor: Paolo Mori
- Ilustración: Vincent Dutrait
- Edad: 8+
- Duración: 30 minutos
- Jugadores: 2-6
- Precio: 27,45 euros en Zacatrus!
- Es el Bingo versión 2.0 edición jugones. Divertido y ligero pero con cierta chicha.
- Lo puedes sacar a mesa con cualquiera y en cualquier situación. Y como admite hasta 6 jugadores, es más versátil que la mayoría de títulos.
- El tema y la mecánica están, para mi sorpresa, bastante bien enlazados. Y las ilustraciones de Dutrait molan!
Lo bueno
- Una caja enorme para lo que luego viene dentro.
- Si tu grupo es un muermo, no esperes que Augustus obre ningún milagro.
Lo malo
Sitio oficial Augustus
Realmente lo de «Es el Bingo» lo puedes poner también en la columna de «LO MALO» xD
😛
Jaja, hombre, como todo depende mucho de cada cual. Yo tengo buenos recuerdos asociados a lo bingos familiares jugándonos pesetas. Este juego recuerda sin duda a él, pero tan solo en la raíz. Todos los cambios y añadidos lo convierten en un juego bien distinto y que, a diferencia del bingo, sí que estoy dispuesto a jugar sin problema alguno cualquier día.
Nosotros gritamos ¡Bingus! 😀