COMIC SCENE: Las Lecturas de Fancueva
V. Kingdom Come

‘Planetary’, cuando Ellis tocó el cielo…y Cassaday también

¿El año?. 1998 ¿El mes?….pues la verdad es que no lo recuerdo, pero tengo la impresión de que era verano…no, verano, no, más bien principios de otoño. ¿El cómic?. Un ‘Gen 13′  número 33 guionizado por John Arcudi y dibujado por un Gary Frank excelentemente entintado por Cam Smith.

Todo esto no sería de gran relevancia sino fuera porque como complemento de tan irregular tebeo —lo único medio bueno de ‘Gen 13’ fueron sus inicios—, los lectores nos encontrábamos con una pequeña sorpresa en forma de historia de ocho páginas en las que Wildstorm nos presentaba una nueva serie llamada ‘Planetary, guionizada por un Warren Ellis que por aquél entonces ya había comenzando a demostrar lo que podía hacer con una cabecera tan irregular como Stormwatch’ y dibujado por un virtual desconocido, al menos para el que esto suscribe, llamado John Cassaday. La historia en sí era una mera anécdota para que conociéramos a Elijah Snow, Jakita Wagner y Drummer, tres miembros de una organización privada de alcance global llamada Planetary. Poco podíamos imaginar entonces que esas ocho páginas, que ya servían de adelanto a ciertos intereses que el guionista explotaría después —con esa reimaginación brillante del origen de Hulk—, darían lugar a una de las mejores propuestas del panorama americano de las dos últimas décadas.

La portada que abría la puerta de manera temprana a un universo como ningún otro.

Lo primero que llamará la atención de los que nunca hayan oído hablar de esta magna serie —y si eso es así más vale que dejes de leer y salgas corriendo a hacerte con éste volumen que hoy comentamos— es que Ellis y Cassaday tardaran ¡once años! en sacar ¡veintisiete números!. Haciendo unas matemáticas rápidas y facilonas, no llegaría ni a dos ejemplares y medio al año, algo que, conocido de antemano, es de suponer que hubiera hecho temblar al editor más pintado. La causa directa de ello es el afán perfeccionista que ambos abrazaron como religión tras comenzar la colección. Tanto es así que, según se cuenta, ni Ellis ni Cassaday daban un número por terminado hasta no quedar completamente satisfechos con él, algo impensable en cualquier otro punto cardinal de cualquiera de los universos de alguna de las dos majors. Pero claro, no estamos ante un título al azar de esos que Marvel o DC sacan como churros con guionistas y dibujantes más mercenarios de la profesión que otra cosa. No. Aquí estamos tratando con algo mucho más serio y sesudo llamado, qué duda cabe, a formar parte indeleble de la historia del noveno arte.

Siete meses después de esas ocho páginas —que también aparecían como complemento del ‘C.23′ número seis, si es que hay alguien a quien le interese tan inútil dato— aparece el primer número de la serie regular, y utilizando una de esas frases comerciales que tanto gustan a los yanquis, «nada volverá a ser lo mismo». Ignorando hasta cierto punto la presentación que había supuesto el complemento, Ellis narra en este primer ejemplar la «incorporación» de Elijah Snow, un hijo del s.XX —del mismo modo que lo era Jenny Sparks, la líder de Authority— con muy mala baba y poderes de control de temperatura, al grupo Planetary formado por Jakita, con poderes de gran velocidad y fuerza y una tendencia incontrolable a pegarle a todo aquello que se mueve, y The Drummer, un joven capaz de hablar con cualquier tipo de máquina y de ver la información que circula por el aire.

Con una formación que se mantendrá perenne a lo largo de los veintisiete números que componen la colección, el primero sirve asimismo para hacerse una idea más clara de aquello que se intuía en el complemento, que ‘Planetary va ser un vehículo utilizado por Ellis como sentido y continuo homenaje a la cultura popular del s.XX en todo lo que ella ha llegado a serle de inspiración. Así, en este primer ejemplar, el escritor presenta a un grupo de héroes de principios/mediados del siglo pasado en el que no es difícil adivinar versiones de Doc Savage, The Shadow, Tarzán o Fumanchú. Además, el guionista también comienza a hacer uso de esa característica que tanto ha sabido desarrollar, y que no es otra que la tecno-jerga con la que describe las más alucinantes invenciones, explicando aquí el multiverso como un «Copo de Nieve». Por su parte, Cassaday, aún primerizo, ya apunta maneras tanto en la precisa caracterización de sus personajes, como en el storytelling, aunque en este último aspecto este todavía a años luz de lo que llegará a conseguir en esta misma cabecera.

Tras cuatro primeros números en los que Ellis se dedica a homenajear a los filmes de Godzilla, el cine de fantasmas chino o el de acción a-la-John-Woo, el cuarto introduce un concepto que resultará muy familiar a aquellos que se dejaran encandilar por las maravillas de ‘Authority, la Sangría, ese corredor entre universos por el que se mueve la nave del grupo que tan buenos momentos nos hizo pasar en manos del guionista inglés o de su compatriota Mark Millar. Pero, ¡ay!, tras estos cuatro ejemplares, comienzan los problemas de regularidad de la serie, necesitando los autores diecinueve meses para completar los doce primeros números de ‘Planetary.

Hasta ese número doce, que en cierto modo cierra una primera etapa de la serie, habrá pasado de todo. Ellis sigue introduciendo cuantos más homenajes o variaciones de iconos de la cultura popular, mejor, y ello provoca que la lectura de ‘Planetary’ sea un auténtico gustazo para todos aquellos amantes del cine, la literatura y, sobre todo, el mundo del cómic. Por las muchas páginas que componen esa primera docena, el guionista oriundo de Essex trae a las páginas de su criatura a Los Cuatro Fantásticos —que convierte en la némesis del trío de Planetary y en el enemigo a combatir a lo largo de toda la colección—; homenajea a los compatriotas y colegas de profesión que desembarcaron en Estados Unidos en los ochenta (con especial atención por Moore y Morrison) dando al tiempo a entender la procedencia del Spider Jerusalem de su ‘Transmetropolitan‘; rememora todos aquellos arquetipos que caracterizaron el cine de ciencia-ficción de los años cincuenta y sesenta; da toda una lección a los guionistas de Superman, Wonder Woman o Green Lantern al reinventarlos en poquísimas páginas; trae a la acción a un personaje claramente inspirado en el Nick Furia de Steranko…y todo ello mientras hace avanzar la historia a cada página y viñeta. Ahí es nada.

Y a todo esto, ¿qué pasa con Cassaday?. Pues muy simple, que el dibujante comienza a encontrar formas de reinventarse continuamente y efectúa un salto cualitativo asombroso entre lo que podemos ver en los primeros números en comparación con el duodécimo, y de éste con el decimotercero, uno en el que Ellis sigue metiendo personajes como Sherlock Holmes o Drácula y con el que Cassaday demuestra que es capaz de controlar a la perfección la acción aunque para ello tenga que ceñirse al ámbito de una habitación.

A partir de aquí, y hasta el número 27 de la cabecera, ‘Planetary’, como comentábamos, no dejará de crecer de manera exponencial, ya sea en lo que corresponde a Ellis, ya en lo que atañe a un Cassaday cada vez más «celestial», ya en lo que nos regala una serie que, en su constante y determinada exploración de todos los rincones de la cultura popular —con énfasis especial en el cómic, claroofrece do de pecho tras do de pecho sin que en ningún momento parezca que tiene un techo claro con el que se vaya a topar. Eso sí, al tiempo que la propuesta de los dos autores crece de forma desmesurada en sus ambiciones, también lo hacen los tiempos de aparición de cada nueva grapa necesitando, como decíamos, casi una década más para poder llegar a finalizar esta superlativa saga.

Es evidente que, más allá de los que «sufrimos» en directo cómo los meses pasaban de largo sin que una nueva entrega de ‘Planetary’ apareciera, el hecho de poder valorar la serie completa en esta cómoda edición de ECC —que, además de la cabecera central, incluye las varias adendas que se le hicieron, cruzándola con Batman, la JLA o The Authority— permite abrir paso, y de qué manera, a que, leída en poco más de dos sentadas, porque es lo que os va a pedir el cuerpo si os zambullís de lleno en ella, se puedan apreciar los enormes saltos evolutivos en el dibujo de Cassaday y, aún más, lo perfectamente hilvanado del conjunto con un guión que, conforme se va acercando el final, se va centrando más y más en la figura de Elijah Snow y en su confrontación directa con los 4, sin que ello suponga, en ningún momento, dejar de lado la voluntad de que podamos seguir asistiendo a la inclusión de toda clase de guiños.

Así, en esta segunda «mitad» de la historia, Ellis se las apañará para meter a una suerte de martillo de Thor que da acceso a una alucinante dimensión de bolsillo que recuerda, y mucho, a cierto momento de ‘Matrix‘; una secuencia de lucha de artes marciales que, de alguna forma, termina de complementar lo que viéramos en ese número homenaje a las historias de fantasmas chinas y acción John Woo; una referencia directa al gran Julio Verne y otra que cabría acercar a Isaac Asimov, o los sosias del Doctor Extraño o el Llanero Solitario de este particular universo. Todo ello antes de que, en los últimos cinco ejemplares, el británico decida que ya es hora de colocar todas las fichas en posición para el GRAN FINAL.

Un final que, quizás marcado por el tiempo que transcurrió entre el número 26 y el 27 y último —tres años entre uno y otro— se produce en dos ámbitos muy diferenciados: mientras que el 26 sirve de cierre a todo el entramado con las némesis del trío protagonista, el 27 nos revela, de una forma muy emotiva, lo que rodea a un secundario fundamental que ha estado presente en todo momento durante el transcurso de la serie. Una serie que es puntal indiscutible de la historia del cómic yanqui de este siglo y, si me apuráis, de la historia del cómic yanqui de siempre. Una serie que, como crisol de referencias, no conoce igual ni, de hecho, nada que pueda acercársele ni a medio kilómetro. Una serie que es de esas que gana con cada nueva lectura y a la que, por tanto, conviene acercarse una vez cada cierto número de años para volver a dar cuenta de la infinitud de matices que la engalanan. Una serie, a fin de cuentas, que no habla sino de otra cosa que la inabarcable grandeza de un medio, el noveno arte, y de lo que, con mucho amor por él, puede llegar a encumbrarse.

Planetary

  • Autores: Warren Ellis y John Cassaday
  • Editorial: ECC Ediciones
  • Encuadernación: Cartoné
  • Páginas: 832 páginas
  • Precio: 60 euros

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