COMIC SCENE: Las Lecturas de Fancueva
V. Kingdom Come

‘Masiko’, voluptuosidad

Comencemos con una afirmación moderada, de esas que, vertidas desde la mesura y el auto-control, nos sirvan como pie para todo lo que tendremos que desarrollar en los próximos párrafos. Allá va: ¡¡LO DE FLORENT MAUDOUX NO. ES. NORMAL!!. —arf, arf…jadeo, jadeo—. ¿Qué? ¿Que ya lo hemos dicho de otras formas más elegantes en numerosas ocasiones? ¿Que ya nos vale el falso alarde de originalidad de este comienzo? ¿Sabéis qué? Que tenéis razón, para qué negarlo. Es más, aquí os dejamos algunas de las cosas que hemos dicho del artista francés cada vez que, en los cinco últimos años, nos hemos acercado a ‘Funeral’, el soberbio spin-off de la magnífica ‘Freak’s Squeele’ en el que Maudoux anda enfrascado:

(…) asombrándonos una vez más con su rítmica narrativa, con las espléndidas soluciones a través de las que va haciendo avanzar la trama y con un dibujo soberbio que gana, y cómo, con el uso de la gama cromática completa.

Reseña de ‘Freaks’ Squeele. Funeral T. 1 Fortunate sons ‘

Una lectura que, obviamente, está engalanada con el soberbio trazo de un artista que fusiona lo mejor del manga con la claridad narrativa propias del tebeo francobelga, dando al tiempo lecciones maestras sobre tratamiento del color

Reseña de’ Freaks’ Squeele. Funeral T.2 Pain in Black ‘

poder asistir al enérgico despliegue de talento gráfico del que hace gala aquí Maudoux es todo un lujo

Reseña de ‘Funeral T.3. Cowboys on Horses without Wings’

(Gráficamente) Maudoux continua dejándonos atónitos con su expresivo manejo del color, con la potencia de su narrativa y con lo imaginativo del diseño de personajes

Reseña de ‘Funeral 4. Destruction Eve’

En fin, que llegados a este punto, tras haber salivado a placer con los siete volúmenes de ‘Freaks’ Squeele’ y babeado hasta llenar piscinas con los cuatro de ‘Funeral’, todo podría parecer indicar que la capacidad para dejarnos perplejos de Maudoux era, como poco, limitada. Y hete aquí que, con esa actitud crítica y poco confiada en que ‘Masiko’ pudiera ofrecernos algo nuevo, me acerqué antes de que finalizara el año a un volumen que se inicia con una historia que ya habíamos leído previamente en las páginas del primer número de ‘Doggy Bags’ ; que, después, da paso a otra que también pudimos encontrar en el tercer volumen de dicha antología de relatos cortos y que, por último se cierra con uno original. Y lo que cualquiera de ellos afirma, en orden creciente de intensidad, es que el talento gráfico y narrativo del dibujante es algo fuera de lo usual.

Narrando acción y combates imposibles, Maudoux se las pinta solo.

Fijaos que diferencio, y lo hago de manera completamente consciente y con toda la intención, talento gráfico y talento narrativo, porque aunque sin duda ambos van de la mano, no es lo mismo ser buen ilustrador que ser buen narrador. Un ejemplo muy claro de ello lo teníamos en el incomnesurable Antonio Hernández Palacios, un artista con mayúsculas que dibujaba «como le daba la gana» pero que, a la hora de narrar, se ceñía a unos patrones tremendamente encorsetados y rígidos que hacían de sus páginas entidades de difícil aprehensión en no pocas ocasiones. Pero en Maudoux no pasa eso. En Maudoux el maridaje, la comunión entre ambas facetas, es PERFECTA.

Narrador consumado que, como ya hemos dicho en alguna ocasión, fusiona de forma espectacular lo cinético del manga con la tradición del noveno arte en el viejo mundo, sólo hay que atender a la página que hemos incluido arriba —una de tantas de las que podemos encontrar en ‘Masiko’— para darse cuenta que de ese choque entre ambos mundos, el francés saca la claridad expositiva del tebeo europeo, lo superpone al extremo dinamismo de aquello que proviene del país del sol naciente y que, al hacerlo, engendra un concepto similar al amerimanga que, no obstante, a juicio de este redactor, funciona mil veces mejor que el ejemplo más brillante de la unión de las fórmulas de los cómics yanqui y nipón.

Rendíos ante la belleza sin parangón de esta plancha…¡¡rendíos!!

Pero todo eso ya lo sabíamos a poco que hubiéramos ojeado algún número de ‘Freaks’ Squeele’. Lo que quizá no sabíamos —al menos no a ciencia cierta— pero sí intuíamos por aquello de que tenemos ojos, sabemos usarlos y, qué diantres, las portadas de ‘Funeral’ eran una muestra más que evidente; era que Florent Maudoux no sólo acaparaba para sí cualidades excepcionales de narrador, sino que, como ilustrador, su trabajo estaba esperando estallar en un vehículo que sirviera para acotar su enorme talla. Ese vehículo es el tercer relato que conforma ‘Masiko’. Se llama ‘El tatuaje tótem’ , y sus páginas son algunas de las más acojonantemente bellas que me he «echado a la cara» en muchos años.

El ejemplo que os hemos incluido más arriba no es más que uno de los 25 que conforman el relato ilustrado que, puesto en boca del padre del niño que Masiko lleva a cuestas, se va desplegando a través de unos pin-up a toda página en los que Maudoux da lecciones de un dominio de la anatomía femenina bestial —si hay algo que cautiva de Masiko y de sus mujeres en general es la autenticidad que trasluce de sus físicos y sus rostros—, de una capacidad alucinante para diseñar tatuajes y, sobre todo, de un conocimiento del tratamiento del color que nos deja completamente noqueados.

No diría que es ‘Masiko’ el mejor volumen de cuántos han aparecido hasta la fecha en el universo de ‘Freaks’ Squeele’ porque la competencia es tan brutal, ya en la serie matriz, ya en ‘Funeral’, que alzarse con tal título se me antoja harto complicado. Ahora bien, que su lectura está llamada a elevar el enorme nivel al que raya el microcosmos ideado por Florent Maudoux es tan, tan evidente, que lo único que me resta por deciros es: ¿a qué demonios estáis esperando para haceros con él?.

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