‘Bim Bom. Historias de lucha’, impactante testimonio

‘Bim Bom. Historias de lucha’ es la primera novela gráfica de Arturo Infante y Renier Quer, dos artistas cubanos procedentes del mundo del cine y la ilustración. Con ella han querido ofrecer un retrato, casi a modo de documental, de la prostitución masculina en las calles de La Habana. A través de esta obra logran dar voz a innumerables jóvenes que ejercen de jineteros —así es como se conoce, en el argot cubano, a aquellos que se prostituyen con los extranjeros— para salir adelante económicamente en una Cuba que aún pugna por encontrar su sitio en el mundo. Jóvenes, en su mayoría, que encuentran más futuro en comerciar con su cuerpo que en realizar cualquier otra clase de empleo, y que a menudo sueñan con que llegue algún extranjero adinerado que los saque de allí. Ni siquiera son homosexuales en la mayoría de los casos. Solo son supervivientes.

La historia de este cómic gira, primeramente, en torno a un local llamado Bim Bom. Una heladería de La Habana que toma su nombre de una vieja canción de João Gilberto, considerada por muchos el pistoletazo de salida de la bossa nova. Cuando cae el sol, la muchedumbre que se reúne en torno a esa heladería está formada en su mayoría por jineteros y buscavidas, de una parte, y por yumas (extranjeros) y turistas sexuales, de otra. Para profundizar en este ambiente y darle el necesario toque humano a su historia, los dos autores dividen la trama en tres episodios, protagonizados cada uno por un joven. El primero es Yasmani, que está en la lucha (lo que nosotros diríamos “hacer la calle”) para poder pagarse el alquiler y la comida, y para mantener a su hijo pequeño. Después conocemos a Dariel, que vive con su novio; tanto el uno como el otro ejercen la prostitución, eso sí, con ciertas normas para impedir que afecte demasiado a su relación. Por último está Tomasito, el más joven e inexperto, al que le tocará pagar la novatada de un mundo tan perverso y desalmado como el de la calle y la noche.

‘Bim Bom. Historias de lucha’ se convierte así en un testimonio cargado de fuerza y honestidad, con un estilo de dibujo que potencia la crudeza de la realidad que se nos cuenta, con ecos de otros autores como Enrique Breccia. Un cómic excelente que deja con ganas de más, de seguir acompañando a estos tres supervivientes mientras le plantan cara a la vida. Daría para una serie televisiva, incluso. De momento, conformémonos con esta lectura, que tiene además la peculiaridad de ser la primera novela gráfica cubana que se publica en España.