COMIC SCENE: Las Lecturas de Fancueva
V. Kingdom Come

Sebastian O, un Morrison aburrido

Sebastian O

Ya lo pongo en mi perfil: me encanta Grant Morrison. Es uno de los guionistas que mejor ha sabido entender eso de que desde el mainstream también se pueden hacer obras con personalidad propia, lo cual no quita para que no haya tenidos sus serios resbalones. Creo que su problema nace del mismo lugar que sus virtudes: es un tipo con talento y con una inteligencia privilegiada. Bien usadas, ambas características de su personalidad le convierten en un guionista excepcional. Pero cuando se cree demasiado listo, la lía: no hay manera de soportarle en sus resbalones.

Sebastian O no es nada de eso: es una muestra de cómo Morrison también es capaz de echar por tierra algunas de sus buenas ideas por culpa de no trabajarlas más. Es éste un tebeo mediocre, que sólo es recomendable para quienes quieran seguir cada paso de la carrera de Morrison. En este caso, lo que hay en Sebastian O es un simple esbozo de lo que el guionista puede dar de sí.

Sebastian O

Hay varios problemas con el cómic. Primero, el de una historia que se queda en anécdota. Pretende ir de transgresora revisión de la mentalidad puritana inglesa, pero se queda en un pequeño apunte, en una idea apuntada en una libreta y nada desarrollada. Hay rasgos de lo bien que maneja Morrison el humor y también ideas que el escritor ha tocado en toda su obra: mundos alternativos, el mal y cómo el ser humano se relaciona con él, los resquicios por los que el individuo puede dinamitar el oculto mecanismo totalitario de las sociedades modernas… Pero falta voluntad de querer convertirse en una obra mayor: sobran páginas de desarrollo de una trama que ya desde las primeras páginas deja de interesar al lector.

Y, sobre todo, lo que yo echo de menos, siendo ferviente admirador de Grant, es esos destellos de maestría que casi siempre ha ido dejando en sus cómics, incluso en los más fallidos. Lo bueno de un cómic de Morrison es que incluso cuando más te aburres puede aparecer una escena, un diálogo o un recurso tan imaginativo que te recuerde que quien lo ha escrito no es un cualquiera. Aquí no hay nada de eso y la lectura de Sebastian O pasa sin sobresaltos.

Acompaña a Morrison un aún más mediocre Steve Yeowel. No tenía yo mal recuerdo de los primeros números de Los Invisibles, dibujados también por él, pero su trabajo en Sebastian O es difícilmente defendible: si Morrison ya anda con pocas ganas de trabajar las ideas que van quedando sueltas por las páginas del cómic, Yeowel se muestra incapaz de hacer algo interesante con ese retrofuturo de raíces victorianas en el que se desarrolla la historia.

Sebastian OInsisto: sólo recomendado a quienes quieran saber algo más de la obra del escocés. Al resto, la compra de Sebastian O sólo les causará frustraciones y sensación de haber perdido el tiempo.

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