Al fin vamos cogiendo ritmo con nuestro especial del Studio Ghibli ahora que llegamos a uno de sus títulos más significativos, por no decir el que más: Tonari no Totoro (Mi vecino Totoro, 1988), la tierna historia sobre la vida rural japonesa en los años cincuenta donde los espíritus del bosque cobran vida mostrándose a los niños puros de corazón.
La pequeña Mei y su hermana Satsuki se trasladan con su padre a una casa en el campo mientras su madre se repone de una grave enfermedad en un hospital cercano. Un día, Mei descubre la existencia de los espíritus del bosque y los sigue hasta su hogar en el interior de un árbol milenario donde encuentra a Totoro, el rey del bosque. Cuando la joven desaparece intentando llegar al hospital para visitar a su madre, Satsuki acude a Totoro para que le ayude a encontrarla junto a criaturas tan memorables como el gatobús.
La tercer película de Hayao Miyazaki ya bajo el paraguas del Studio Ghibli es a todas luces una obra maestra cuya grandeza reside precisamente en su simplicidad, en su habilidad para enamorar al espectador mientras le transmite una felicidad inexplicable propia de la infancia. No hay ningún motivo, todo son motivos.