Para apercibirse de la ironía que impregna la vida, sólo hay que vivirla. Esta afirmación se hace dolorosamente patente al acercarse, sea de la forma que sea, a la lectura de ‘Peret que buscaba a la muerte‘. Y esto es así debido a que, mientras ultimaba la que iba a ser su obra más larga, una en la que abordaba lo que para un niño puede significar la pérdida de un padre y lo que la muerte en general supone para cualquier ser humano, José Luis Zaragoza (Zar) fallecía a los 46 años debido a una dolencia cardíaca dejando inconcluso el título que ahora nos llega en esta edición de Diábolo.