COMIC SCENE: Las Lecturas de Fancueva
V. Kingdom Come

Hancock, un superhéroe sin mucho que contar

HancockDesde que Spiderman abriera la larga temporada de caza y captura de superhéroes por parte de Hollywood, hemos visto numerosos encapuchados (o héroes con la cara descubierta) que han saltado desde las viñetas al tapiz blanco de las salas de cine.

Las grandes productoras habían encontrado un filón aparentemente sin fin, pero también se encontraron con un público muy exigente, los fans de los comics, que miraban con lupa cada estreno para desentrañar las virtudes y defectos de las versiones cinematográficas de sus héroes favoritos.

Hancock se libera de la carga de tener que satisfacer a este público, al tratarse de un superhéroe creado exclusivamente para el cine, pero no le exime de satisfacer como película por si sola, lo cual no termina de conseguir.

Tras ver Hancock, cualquiera que haya visto el suficiente número de películas, se dará cuenta de que su historia es defectuosa. ¿A qué me refiero? A que la segunda mitad de la historia casi no tiene nada que ver con la primera.

Los guionistas Vincent Ngo y Vince Gilligan muestran aquí un trabajo realmente decepcionante, falto de cohesión y con la impresión de que ha sido producido sobre la marcha, al ver que con la idea original no iban a rellenar más de una hora de cinta. Y hay que reconocer que la idea que sirve de premisa, un superhéroe sin ganas de hacer nada, borracho y completamente apático, aunque no es novedosa, es una de las que más atraen al público actualmente.

A Will Smith hay que reconocer que se le nota el esfuerzo por mantener la película a flote con su interpretación de John Hancock, papel con el que se nota que está en su salsa y disfruta, pero cuando no hay prácticamente nada que contar, una película se hunde por muchos artificios flotantes que vista. Nada ayudan el secundario Jason Bateman ni la siempre bellísima Charlize Theron a empujar junto a Smith por mantener el interés en la trama, la cual conforme pasa el tiempo se llena de agujeros y supuestas explicaciones surgidas de la nada en el momento más inoportuno. Es muy posible que en la mente de los guionistas estas “sorpresas” parecieran muy sugerentes como herramienta para sorprender al público, pero al final resultan intentos vanos para desviar la atención y nos ver las carencias de las que hace gala esta película.

Es una pena que una oportunidad para demostrar que en Hollywood hay ideas frescas más allá de las burdas y superficiales adaptaciones de cómic, caiga en saco roto de esta manera. La premisa de Hancock es buena, Will Smith hace un buen trabajo, pero el guión hace aguas por todas partes. Ahora habrá que ver si esta experiencia habrá hecho escarmentar las posibles iniciativas de llevar historias de superhéroes directamente al cine, lo cual sería muy interesante. ¿Por qué quedarse sólo en las páginas del cómic?

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