1

La importancia de ‘Nausicaä del Valle del Viento‘ en la cultura popular es incuestionable debido a tres razones de peso. La primera, es que fue el largometraje animado que sirvió a Hayao Miyazaki para poder tener las armas suficientes bajo su brazo de cara a levantar Ghibli. La segunda, es que prefigura, desde muy temprano, muchísimas de las características que el maestro del anime desarrollará a lo largo de su muy fructífera carrera, dejando claro —y es algo en lo que abundaremos a lo largo del artículo—, que el modelo Disney quedaba plenamente trascendido en este primer y magnífico ejemplo de cómo hacer cine de animación para jóvenes adultos y adultos de pleno. Y la tercera, y la que más nos interesa en esta bitácora, es que es el único manga —al menos de longitud— que Miyazaki produjo antes de centrarse de forma exclusiva en el mundo de la animación. Por separado, pero sobre todo juntas, estas tres razones hacían indiscutible la inclusión de tan brillante tebeo nipón en esta Fancueva Select Edition que, esperando que sea de vuestro agrado, intentará abordar en las siguientes líneas —muchas líneas, quizás más de las que hasta ahora hayan tenido las anteriores entregas de la sección— todo aquello que rodea a esta doble obra maestra de dos medios tan distintos y a la vez tan relacionados como el del cine y la viñeta.
Este artículo contiene porciones del que escribí en su momento para Blog de Cine —ahora Espinof— sobre la película de animación.
2

Departamento de animación creado en 1956 dentro de los legendarios estudios de la Toei Company, Toei Doga fue la compañía que, durante algo menos de una década, se ocupó de dar los primeros pasos llamados a servir de cimiento a la posterior industria japonesa. Una industria que, en 1963, se vería jalonada por tres hechos fundamentales para su futuro devenir, siendo la incorporación de Hayao Miyazaki a las filas de la Toei el de mayor incidencia para nuestros intereses —los otros dos fueron la creación del puesto de director de animación en el citado estudio y la producción, de mano de Osamu Tezuka y Mushi Pro., de la primera serie de anime para la televisión—.
3

Comenzando como intercalador y escalando poco a poco hacia puestos de mayor relevancia, Miyazaki se terminaría implicando sobremanera en los movimientos sindicalistas en el seno de la empresa generados por la insatisfacción de los trabajadores por los modos de producción y el férreo control que Toei ejercía sobre sus filmes. Tanto es así que, en 1971, harto ya de aguantar tanta injerencia, Miyazaki abandonaba la casa que lo había visto nacer como animador para comenzar una carrera meteórica que lo llevaría a participar en algunas de las series niponas más famosas y recordadas de los años setenta —‘Lupin III’, ‘Heidi’ o ‘Marco, de los Apeninos a los Andes’—.
Con ‘Conan, el niño del futuro’ como su primer trabajo de gran responsabilidad, y la oportunidad que se le brindaría en 1979 de dirigir un largometraje de Lupin —‘El castillo de Cagliostro’ (‘Rupan sansei: Kariosutoro no shiro’)— se terminaría prefigurando la entrada en la década de los ochenta, diez años en los que Miyazaki arrancaba con ganas de comenzar a desarrollar sus muchas ideas y que le presentarían la oportunidad de establecer uno de los tres mejores estudios de animación que ha conocido la historia del cine.
4

Abocetando y generando gran cantidad de imágenes que terminarían siendo trasladadas al papel en años —y películas— posteriores, podríamos definir como clave para la aparición del personaje de Nausicaä el momento en el que ‘Animage’, famosa revista de anime y manga nipona, le dedicó un monográfico al artista en diciembre de 1981, abriendo así una próspera relación entre Miyazaki y el grupo editorial Tokuma Shoten.
Queriendo apoyar el despegue definitivo de la carrera de Miyazaki como director, el redactor jefe de la revista escuchó algunas de las propuestas que éste tenía en mente, llamándole la atención poderosamente una de ellas acerca de una joven —una de las constantes de los filmes de Ghibli siempre ha sido el venir protagonizadas por heroínas que, en el 90% de los casos, son la antítesis del modelo de princesa Disney y se establecen como mujeres de carácter completamente independientes y que no necesitan de la presencia de un príncipe azul para completar su significado— que habitaba en un mundo post-apocalíptico en el que la naturaleza amenaza con destruir la vida humana.
5

Pero antes de que esta idea pudiera dar sus frutos animados, Miyazaki se vio “obligado” a darle forma de manga si quería poder llegar a filmarla, ya que los máximos responsables de la Shoten rechazaron considerar el invertir en una cinta si ésta no contaba con una obra original de respaldo. Y así fue como, tan sólo tres meses después de haberse publicado el monográfico, aparecía en las páginas de Animage la primera entrega de ‘Nausicaä del valle del viento’.
Más, lejos de contar con un pleno desarrollo antes de que la producción de su contrapartida animada cobrara vida, a Miyazaki sólo le hicieron falta las entregas iniciales de ‘Nausicaä del Valle del Viento’ para convencer a los productores de Shoten de la viabilidad del proyecto y, de manera similar a cómo años después pasaría con el ‘Akira‘ de Katsuhiro Otomo, el anime de ‘Nausicaä’ y el manga de ‘Nausicaä’ son dos animales completamente diferentes en tantos y tantos aspectos que nos haría falta un libro para poder dar cuenta de ellos. Valga como ejemplo más evidente del abismo que se abre entre una y otra «versión» de la historia el que mientras que sólo hizo falta un año para producir la película, a Miyazaki le llevaría doce completar las algo más de 1000 páginas sobre las que se extiende el manga. Un período que, huelga decir, fue tan abultado debido a las muchas ocasiones en que Miyazaki la dejaba de lado para poder atender a sus proyectos de cine.
6

De hecho, aunque el tiempo invertido en escribirla y dibujarla sólo jugó en favor del fabuloso y épico scope que ‘Nausicaä’, el manga, llega a tener en comparación con lo que se pudo ver en cines, no deja de ser cierto que la única pega que se nos ocurriría interponer ante la maestría que el artista nipón desarrolla aquí viene derivada del evidente cansancio que, en el último tramo de la historia, ya arrastraba un producto de una década de antigüedad, traduciéndose dicho agotamiento —que, por supuesto, no es más una suposición por nuestra parte; una suposición lógica, vale, pero suposición a fin de cuentas— en un final que, por más que la hayamos leído tres o cuatro veces de cabo a rabo, se nos sigue antojando considerablemente abrupto: Miyazaki termina su narración sin atar todos los cabos y dejándonos un cuadro de texto final a modo de epílogo en el que se da rápida cuenta de lo que le sucede al personaje tras los acontecimientos mostrados en el manga. Insuficiente a todas luces, tras la inversión de tiempo que requieren los siete libros en los que queda dividido ‘Nausicaä’, encontrarnos con esto supuso, en la primera ocasión en que nos asomamos al manga, poco menos que un ultraje de esos que llevan a algunos fans a rasgarse las vestiduras. Nosotros no llegamos a tanto y ya entonces —estoy hablando de la primera vez que Planeta publicó el material hace ya más de veinte años—, aunque nos mosqueó, pudo más la calidad del viaje que el fin de trayecto.
7

Y es que, queridos lectores, el viaje que propone ‘Nausicaä’ es, a todas luces, uno de esos aglutina en su maravillosa narrativa influencias de todo tipo que van desde la trilogía de ‘El señor de los anillos’ de Tolkien a la saga de ‘Terramar’ de Ursula Le Guin pasando por el cuento japonés del s.XII, ‘The Lady who Loved Insects’ o, por supuesto, el hecho de que el nombre del personaje principal esté extraído de las páginas de ‘La odisea’ de Homero: de compleja urdimbre e intrincado desarrollo, el manga de Miyazaki no es una obra fácil, dejémoslo claro, por razones que van desde los muchos giros que la trama va adoptando, producto no cabe duda de los doce años de producción del tebeo, hasta el amplísimo y muy mutable reparto de secundarios que orbita en torno a la heroína y que, en ocasiones, unido a los diferentes actores que conforman el telón de fondo de la historia, pueden llevar a confusión al lector. Más incluso eso deviene en un detalle de nula relevancia cuando hay que ponderar, insistimos, el resultado global de un manga que es, así, sin más, obra maestra del medio sin que dicho medio esté acotado a ninguna localización geográfica. OBRA MAESTRA del NOVENO ARTE. No hay ninguna duda al respecto.
8

Dejando pues de lado argumentaciones sobre su potencial complejidad para según qué tipo de lectores, el desarrollo de la historia de ‘Nausicaä’ va íntimamente ligado en todo momento al desarrollo personal de su personaje central, la «princesa» de un ventoso valle que es parte del inmenso erial en el que se convirtió nuestro planeta tras una guerra que dejó asolada la faz de la Tierra y la transformó en un mundo hostil en el que un mar de putrefacción poblado por inmensos insectos mutantes, avanza inmisericorde amenazando con destruir los pocos núcleos de población humana que aún siguen existiendo. De uno de ellos, de ese valle del viento, es de donde saldrá una inquieta joven que intenta descubrir los secretos detrás del mar que amenaza al mundo ya que está convencida que éste no es más que la expresión física del espíritu del planeta y de su voluntad por curar las heridas infligidas por la humanidad.
Ya en esta escueta sinopsis, pueden adivinarse las claras intenciones de Miyazaki por hacer de su filme una firme declaración hacia la conciencia ecológica global, posicionándose en actitudes muy cercanas a las «hipótesis de Gaia» enunciadas por James Lovelock en los años 70: los postulados de éstas enuncian, entre otras muchas cosas, que la Tierra es un gigantesco organismo con similares mecanismos de autorregulación que el cuerpo humano. De hecho, el propio artista nipón afirmaba, en una entrevista, que:
La mayor parte de la cultura moderna es superficial y falsa, pende de un hilo, y no es algo que se haya de tomar en broma. […] Expreso mi interés hacia una época venidera apocalíptica en la que ‘verdes hierbas silvestres’ tomarán el relevo.
9

Ahora bien, allí donde otro autor se habría conformado con hacer del «viaje del héroe» de Nausicaä eje central y casi exclusivo de la historia, Miyazaki utiliza a la determinada joven como agente catalítico sobre el que se superponen infinitud de otros elementos, ya sean reflexiones filosóficas acerca de la naturaleza de nuestra especie, disquisiciones metafísicas sobre el alma humana y su conexión sobre el mundo que nos rodea o, por supuesto, las muchas y muy diferentes voces que, en boca de uno u otro secundario, se disponen como coayudvantes en lo mucho que concurre en las páginas del manga. Porque, sin querer ser muy exhaustivo, aquí hay de todo: bichos enormes que no son la amenaza letal que parecen a primera vista; todo un imaginario alrededor del mar de putrefacción que encierra más de un sorprendente giro; naciones en guerra por el control de un mundo moribundo que no consiguen aprender de los errores del pasado y se lanzan, desmedidas, a la siguiente batalla; dioses de la guerra gigantescos que fueron elementos fundamentales en la ruina milenaria de nuestro planeta y que ahora despiertan de su letargo debido a los intereses de dominio de uno y otro imperio; tribus que están en contacto con la hostil naturaleza del mundo y que ven en ella lo que Nausicaä terminará aprendiendo —que la Tierra está sanando y que el peor enemigo de la misma somos los humanos—; individuos con poderes mentales; emperadores con oscuras habilidades telepáticas; letales maestros espadachines; combates aéreos a bordo de navíos imposibles; intrigas palaciegas…y todo ello sin que, en ningún momento se pierda el foco sobre la joven protagonista, que parece estar siempre en todos los diferentes escenarios en que transcurre la acción cuando, evidentemente, no es así.
10

Y para todo ello, Miyazaki se deja la piel en unas páginas que son un dechado de virtudes se las mire como se las mire: hay en la voluntad gráfica del artista japonés la misma férrea determinación por el detalle, por la construcción del universo que rodea a los personajes, por el verismo dentro de la ciencia-ficción y por armar un todo plausible dentro de lo imposible que la que se puede encontrar en toda su filmografía, y es una gozada asomarse a estas páginas, treinta años después de que el cineasta las finalizara y apreciar que no sólo no han perdido un ápice de efectividad —ni por el tiempo transcurrido ni por el hecho de todo lo que el género ha ofrecido similar a ellas desde entonces— sino que, al contrario, han ganado en solidez y en lo que de rabiosa actualidad siguen ostentando sus reflexiones sobre el medioambiente y la obstinada manera en que nuestra especie está matando al planeta día tras día.
Hablando de forma estricta en el terreno de lo visual, a lo que Miyazaki plasma aquí sólo le falta el soberbio uso del color que siempre ha hecho su cine para tocar la gloria. Más, a falta de esa fascinante gama cromática que siempre se ajusta de forma precisa a lo que la narración cinematográfica requiere, el blanco y negro de sus planchas tiene tanto contenido, tantos rincones en los que fijar la mirada, cuida tantísimo la caracterización de personajes, mima de manera tan primorosa el diseño de vehículos aéreos —normal, siempre han sido una de sus filias personales más reconocibles— y carga tanto las tintas en que la narrativa nunca sea un tedio y en que la estructura de la página sea un ente vivo y vibrante que no queda más remedio que rendirse ante la evidencia de que, sí, con color esto hubiera sido supino, pero sin él se asienta en lo magistral.
11

Si nunca os habéis acercado a ‘Nausicaä’ y pensáis que tanta loa es una exageración, sólo tenéis que echarle un ojo a las páginas que hemos incluido, una mínima muestra de lo que se puede encontrar entre las más de mil planchas que conforman la lectura pero que, al mismo tiempo, son perfecto escaparate de esto que estamos afirmando. De hecho, en las imágenes del margen izquierdo de las últimas cinco secciones de este artículo, podéis apreciar, no ya ese mimo por el detalle del que hablábamos, o la determinada influencia que Moebius y su Arzak tuvieron en los diseños de Miyazaki, sino una cualidad que no habíamos citado y que, sin duda, impregna de alguna manera el trabajo del japonés para este manga: lo entrañable de todos sus personajes, desde el primero al último —bueno, vale, quizás haya alguno que se escapa a esta característica—, y el que, rascando un poco por encima de la superficie, no sea esta una historia al uso de buenos absolutos y malos absolutos, sino una en la que gente que llega a sentirse muy tridimensional trata de sobrevivir como puede en un mundo que no le pone las cosas fáciles.
En este último sentido, quizás sea Kushana, princesa de una de las naciones en guerra, el mejor ejemplo de cómo Miyazaki siempre ha trabajado los grises en la definición de sus personajes —cualquiera de sus producciones cinematográficas, incluida ‘Nausicaä’, claro está, es perfecta muestra de ello— y de la cambiante naturaleza bajo la que sus creaciones se mueven: con mucho más recorrido aquí que lo que podremos encontrar en la versión cinematográfica del manga, Kushana es perfecto exponente de la determinación del cineasta por eso que estamos diciendo, por no construir villanos planos y monocromáticos o protagonistas carentes de dobleces, algo que también es muy evidente en una Nausicaä que, aunque no se mueve en exceso de la línea del bien absoluto, sí que muestra suficientes dudas y debilidades como para generar la más que necesaria empatía con el lector.
12

Convencidos tras las entregas iniciales del manga de la viabilidad del proyecto, Shoten dio luz verde a una versión cinematográfica que arrancó su producción en 1983 —fijaos lo poco que hizo falta del manga para arrancar la producción y lo mucho que habla eso de la grandeza de la versión en viñetas de esta historia— y tan sólo un año después, en marzo de 1984, la cinta veía la luz, posicionándose como piedra fundacional de lo que estaba por llegar de manos de Hayao Miyazaki y el aún nonato estudio Ghibli.
Unido esa conciencia ecológica que tanto marca la historia de ‘Nausicaä’ de principio a fin, los intereses de Miyazaki para con la versión cinematográfica de su historia se plantean desde un tratamiento adulto de la animación que nada tiene que ver con lo que hasta entonces se había podido ver en una «película de dibujitos» y que no es más, como podréis imaginar, que la traducción a imágenes en movimiento de lo que ya se podía palpar en el primer año de vida del cómic: con un guión que no lo da todo mascado, personajes complejos con preocupaciones «reales» y todo un inmenso trasfondo que se intuye a través de pequeñas cuotas de información diseminadas aquí y allá, Miyazaki va construyendo un vastísimo universo que se muestra ante el espectador a través de una animación que, a falta de epítetos más barrocos, es asombrosa.
Considerando que han transcurrido casi treinta años desde que se estrenara, volver a acercarse hoy a ‘Nausicaä’ y contemplar boquiabiertos la perfección de la animación tradicional que Miyazaki y sus colaboradores habían logrado a principios de los ochenta sirve para corroborar esa posición de privilegio que el estudio del japonés iría alcanzando con el paso del tiempo: no sólo el diseño de los personajes y sus indumentarias es brillante, sino que éste se ve superado ampliamente por el tiempo y el empeño que se pone en la concreción de los escenarios, máquinas y alucinantes insectos que pueblan la cinta de principio a fin…de nuevo, las mismas cualidades que se observan en la página impresa, trasladadas a imágenes en movimiento y con ese fabuloso color al que nos referíamos antes.
13

Quizás a ojos acostumbrados al mundo digital, algunos planos de repetición de criaturas o ciertas tosquedades aquí y allá sean imperdonables pero, repito, estamos hablando de una cinta dibujada a mano durante algo más de un año cuando poder utilizar ordenadores aplicados al arte cinematográfico era una quimera a la que Hollywood sólo había empezado a arribar no hacía ni un lustro. Con todo, no quisiera dejar de apuntar que, a pesar de sus muy sobresalientes valores tanto en la componente visual como en la argumental, ‘Nausicaä…’ no está exenta de pequeños problemas que la apartan unas décimas de ser una obra maestra indiscutible. Y en este sentido ninguno es tan evidente como el que aqueja el devenir del guión, sobre todo si, como ya hemos dicho, se le compara con el desarrollo que llegaría a alcanzar el mismo en la obra impresa.
Sin tener el manga en cuenta, es posible que uno pueda pasar por alto el parco o nulo protagonismo de la práctica totalidad del elenco secundario de la cinta en favor de Nausicaä, personajes todos que en el cómic consiguen un desarrollo fabuloso y que aquí quedan como meras comparsas más o menos carismáticas que orbitan ante el hallazgo que es la protagonista. Junto a estos, lo que resulta más «doloroso» —y entiéndase el entrecomillado como un dolor nimio— es lo poco aprovechada que está la presencia del Dios de la Guerra en el momento culminante de la trama.
Comparaciones imposibles al margen —por más que lo hayamos utilizado a lo largo del artículo una y otra vez, no hay parangón posible entre uno y otro producto— ‘Nausicaä del valle del viento’ sólo puede ser considerada —a menos a ojos del que esto suscribe— como la primera de las muchas cumbres que el cine de Hayao Miyazaki ha ido coronando a lo largo de las tres últimas décadas. Una cumbre imperecedera cuyo discurso guarda hoy un atavío de actualidad mucho más relevante que el que tuviera en el momento de su estreno y que la convierte en vehículo idóneo para aleccionar a espectadores de cualquier edad —aunque esté lejos de ser un filme para los más pequeños de la casa— sobre ciertos valores inmutables que todos deberíamos tener grabados a fuego en nuestro ADN.
14

Gracias a la estupenda acogida que ‘Nausicaä…’ tuvo en la taquilla nipona —recaudando el equivalente a unos seis millones de euros actuales— Miyazaki comenzó a mover los hilos que terminarían desembocando en 1985 en el nacimiento del estudio Ghibli, una compañía dedicada a elevar a una nueva categoría al cine de animación y de la que han salido alguna de las obras animadas de mayor belleza plástica que han podido verse en la historia del cine.
Con la firme intención de convertirse en un tornado que renovara la industria nipona de la animación a través de sus producciones —el término Ghibli es un vocablo italiano que alude tanto a un viento sahariano como a un avión de la Segunda Guerra Mundial— Miyazaki no podía imaginar que títulos como ‘El castillo en el cielo’ (‘Tenku no Shiro Rapyuta’, 1986), ‘Mi vecino Totoro’ (‘Tonari no Totoro’, 1988), ‘Porco Rosso’ (‘Kurenai no Buta’, 1992), ‘La princesa Mononoke’ (‘Mononoke Hime’, 1997) o ‘El viaje de Chihiro’ (‘Sen to Chihiro no Kamikakushi’, 2001) le llevarían a ganar un Oscar, un Oso de Oro y un León de Oro honorífico, amén de convertirlo en el máximo exponente del anime y en un venerado artista cuyas obras nunca nos cansaremos de ver.
O leer, que insistimos, ya por última vez, en que seais amantes del tipo de cómic que seáis, ‘Nausicaä’ es lectura obligada: si el manga es lo que mueve vuestros intereses, es probable que nunca hayáis leído uno como este que nos ha ocupado tantas líneas. Si el tebeo de superhéroes es vuestro veneno, esta epopeya es maravillosa puerta de entrada al vasto mundo del tebeo nipón, uno que está plagado hasta decir basta de muchas mediocridades, pero del que también hay muchísimo que rescatar para el panteón de lo mejor del arte secuencial. Si es el europeo lo que os motiva, os podréis sorprender por las muchas concomitancias que se dan en estas páginas con lugares comunes de la ciencia-ficción en el tebeo del viejo mundo. Desafortunadamente, si queréis haceros con ella en castellano, la cosa está muy complicada a no ser que estéis dispuesto a desembolsar las desorbitadas cantidades que se piden, ya por los siete volúmenes que Planeta publicó a comienzos de siglo, ya por la edición limitada que editó hará cosa de una década. Ahora bien, si domináis la lengua de la pérfida Albión, la cosa cambia —el estuche de Viz Comics siempre está disponible por unos 50€. Sea como fuere, eterna como es, ‘Nausicaä del valle del viento’ es una maravilla por descubrir y redescubrir. ¿A qué esperáis para enamoraros de ella?




