‘Punk Rock Jesus’, el mesías descarriado

Me entra la risa solo de pensar en que la premisa de ‘Punk Rock Jesus’ pudiera llegar algún día a hacerse realidad. Algo que, teniendo en cuenta lo loco que está el mundo, tampoco resulta tan descabellado. La historia es la siguiente. Rick Slate, un productor televisivo sin escrúpulos, tiene una idea para crear el reality show definitivo: clonar a Jesucristo a partir de ADN extraído de la Sábana Santa, engendrarlo en el vientre de una adolescente virgen, recluir a madre e hijo en una isla donde el niño irá creciendo mientras se le educa en la fe cristiana, y grabarlo todo para retransmitirlo en directo a todo el planeta, que se convertirá así en testigo del segundo advenimiento. Guau. ¿Quién puede resistirse a leer un cómic que arranca de esa manera?

Todo esto y mucho más surgió de la mente de Sean Murphy, que combinó la premisa del clon de Jesucristo con una historia que empezó a preparar años antes pero que no terminó de concretar, protagonizada por un ex agente del IRA. Un rol que en ‘Punk Rock Jesus’ adopta el fortachón y atormentado Thomas, que trabaja como guardaespaldas de Chris, que así es como se llama el niño clonado. Pese a que al principio parece un simple pastiche del Castigador —un tipo con cara de mala leche y un pistolón tremendo—, Thomas acaba por convertirse en un personaje complejo y bien definido, gracias a los flashbacks que el autor va repartiendo a lo largo del cómic. De igual modo, pululan por sus páginas otros interesantes personajes que dotan de profundidad al conjunto, como la doctora Epstein, Rebekah y Tim.

‘Punk Rock Jesus’ no es una obra pretenciosa ni moralista. De hecho, en buena parte de su desarrollo prima la acción sobre las reflexiones emocionales, morales o religiosas. Eso ayuda a que la lectura resulte mucho más dinámica, pero no impide que, al terminarlo, te deje un montón de cuestiones flotando por tu mente. En primer ligar, lógicamente, el cómic invita a reflexionar sobre las creencias religiosas. ¿Son válidas? ¿Qué derecho tenemos a imponerlas a los demás? ¿Es posible alcanzar la convivencia entre distintos dogmas? Como el propio autor explica en los extras de este volumen, su postura se inclina hacia el ateísmo, pero ha logrado dotar de un equilibrio necesario al conjunto, de forma que también hay personajes que ofrecen una visión positiva de la espiritualidad, así que queda a discreción del lector decantarse por una u otra opción.

Aparte de todo eso, ‘Punk Rock Jesus’ es una crítica a los medios de comunicación y entretenimiento de masas, en concreto a esos realities que combinan realidad, ficción y espectáculo de una manera orwelliana, donde los participantes no tienen reparos en exponerse ante los millones de espectadores que se asoman a la pantalla. Además, este cómic es un canto a la rebelión adolescente, a la figura del joven —representado aquí por Chris— que descubre que el mundo que le pintan los adultos es una invención, que está harto de que manipulen sus actos y pensamientos, y que decide canalizar toda su ira y desencanto a través de la música. Concretamente, del punk rock. A la postre, no resulta un cómic tan musical como puede parecer a primera vista, si bien incluye referencias más o menos veladas a bandas indispensables como Dead Kennedys, Stiff Little Fingers, Ramones, Black Flag, Misfits y muchas más.

No es la primera vez que ‘Punk Rock Jesus’ se edita en nuestro país, pero este tomo cuenta con una apabullante cantidad de extras que sin duda justifican el desembolso. Entre otras muchas cosas, se incluyen páginas e ilustraciones descartadas del conjunto final, algunas de ellas realizadas con unas preciosas aguadas; las páginas inéditas del cómic sobre el ex agente del IRA que resultó el germen de ‘PRJ’; comentarios sobre los personajes escritos por Sean Murphy, el proceso de creación de una página, etc. ‘Punk Rock Jesus’ ha alcanzado ya la categoría de culto y se ha convertido por méritos propios en uno de los estandartes de la época reciente de Vertigo, sello que, salvo excepciones, ya no tiene la frescura de antaño. El cómic de Sean Murphy aglutina lo mejor de las obras más emblemáticas que han pasado por ese sello —es provocador, original, intenso, valiente, profundo y endiabladamente entretenido—, brilla tanto en el dibujo como en el guion, y por todo ello, es una de esas joyitas que no se pueden dejar pasar.

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