‘La espada de San Eufrasio 1. La aldea maldita’, historias feudales

Práctica bastante común hace tres décadas en el tebeo español, dedicar esfuerzo y tiempo a levantar relatos que exploraran el rico pasado de la historia de la península parece haber caído en un letargo prolongado sólo interrumpido por la muy puntual incursión de algún artista en tan fecundo terreno. De hecho, así, sin pensarlo, sólo me vendría a la memoria reciente el álbum publicado por Ponent Mon sobre la batalla de las Navas de Tolosa y ‘La balada del norte’ de Alfonso Zapico como últimas ocasiones en las que pudimos asomarnos a episodios de un pasado que nunca encontró tanta belleza como en aquellos instantes a los que puso imágenes Antonio Hernández Palacios, referente inequívoco cuando se habla de tebeo histórico español y artista que nunca dejará de sorprendernos por mucho que las páginas a las que prestemos atención las hayamos visto antes incontables veces.

Pero me estoy desviando. El traer a colación la «desaparición» de las historias de la historia era, evidentemente, porque este primer volumen de ‘La espada de San Eufrasio’, situado en la Galicia de 1464, entra de lleno en tan abandonada categoría tebeística y la alegría de poder adentrarnos en el relato urdido por Pepe Rey y Manolo López Poy hubiera sido mayor de no ser porque, seamos francos, el trabajo de Miguel Fernández a los lápices se queda a medio camino: si bien la suciedad con la que todo queda planteado ayuda sobremanera a situar al lector en esa baja edad media feudal en la que los guionistas nos acercan a las penurias de una familia rural que, zarandeada por nobles e iglesia, verá vista su existencia vuelta del revés; es no obstante dicha cualidad la que mayores problemas acarrea a la hora de abrazar con mayor ahínco el álbum. Unido a lo feista del trazo de Fernández —una cualidad ésta no necesariamente negativa—, es la narrativa algo atribulada del español y lo oscuro de algunas viñetas lo que termina por provocar cierto rechazo en el lector.

Un lector que, no obstante —ya lo he insinuado más arriba— no tiene peros para con la muy interesante e intrigante historia que Rey y Poy nos narran con una solidez de gran calado que se percibe muy documentada y que, ya en la descripción de la vida en los feudos, ya en los monasterios, ya en las estancias de los castillos y palacios, encuentra en los textos de apoyo y los diálogos de la pareja de guionistas unos cimientos de considerada contundencia. Que tan apreciable trabajo sea suficiente para que no nos moleste lo apuntado acerca del dibujo y seamos capaces de abstraernos lo necesario de él para disfrutar de ‘La espada de San Eufrasio’ es algo que dependerá de cada uno. Yo ya os digo que, por mucho que lo he intentado, he sido incapaz de conseguirlo.