Me enteré hace relativamente poco de la existencia de esta película, me vi el trailer y la verdad es que me pareció una tontería suprema. Me recordó a cuando todo el mundo hablaba de «La bruja de Blair» y no pude resistirme a comprar una entrada y correr lleno de ilusión con mi primo a verla a la primera sala que pudimos. Al apagarse la pantalla y encenderse la sala los dos nos mirábamos y teníamos la misma cara de idiotas… ¡Nos habían estafado 800 pelas de las de entonces!
No tenía, por tanto, la intención de cometer de nuevo el mismo error, pero mira por donde terminé viéndola. Así pues partía de unas espectativas muy bajas. Con lo que me encontré fue con una película casera, por que eso parecía de verdad y no una película de cine en la que imitan estar grabando un vídeo doméstico a base de marearnos moviéndo la cámara. En esta ocasión nos presentan a Micah y Katie como una pareja de jovenes bastante forrados. Ella es estudiante de español (que por cierto se le da muy mal por la única frase que dice en este idioma) y Micah que es un pirado de la tecnología y tiene la casa llena de gadgets, enormes pantallas y su último juguetito, una pedazo de cámara. Esto unido con la personalidad curiosa de él, hace que tenga sentido que grabe todo lo que graba, no como en otras de estas películas que te preguntas como no apagaron la cámara y salieron corriendo antes.